Discurso de Desirée Santos Amaral, oradora de Orden y galardonada con el Premio Único Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2017

Discurso de Desirée Santos Amaral, oradora de Orden y galardonada con el
Premio Único Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2017
Querido Presidente, Nicolás Maduro; compañero Ernesto Villegas; amiga Milagros Pérez, colegas, ministros, compatriotas de la Casa Militar, estimados amigos del mundo que nos visitan hoy que han sido tan solidarios con este país; colegas, amigos, familiares hoy hacen 199 años, el sábado 27 de junio de 1818 salió el primer número del Correo del Orinoco, el semanario ideado por el Libertador Simón Bolívar para propagar las ideas emancipadoras, independentistas para contrarrestar la campaña de odios y calumnias de la Gaceta de Caracas, hay por cierto, a quienes no les gusta recordar este acontecimiento como origen de la celebración desde el 1964 del Día del Periodista cuando lo propuso desde el Cuartel San Carlos, donde estaba preso acusado de rebelión militar el siempre respetado Guillermo García Ponce.
Esto quiere decir y quizás esa es la razón de quienes prefieren obviar estos detalles que la IV Convención Nacional de la Asociación Venezolana de Periodistas consideró, como lo señala el acuerdo aprobado entonces “que es necesario que el Día del Periodista simbolice la misión del periodismo venezolano al servicio de los valores morales y materiales que constituyen la patria”. Ha sido entonces el reconocimiento al Libertador Simón Bolívar en su condición de periodista y al Correo del Orinoco, como ejemplo de compromiso con la soberanía, la independencia, la libertad, la justicia, es una celebración que tiene su origen en nuestra historia, en las enseñanzas del Libertador que promovía un periodismo patriótico y el derecho a la libre expresión como “el primero y más estimable bien del hombre en sociedad”; pero advirtiendo que sin prohibirlo nunca hay que señalar por la vía de la legislación justos límites y responsabilidades para quienes abusaren de esta libertad, es, en consecuencia, la concepción bolivariana del periodismo la que origina que cada 27 de junio se celebre el Día del Periodista. Hoy también se cumplen 75 años de la creación del Premio Nacional, máximo reconocimiento a esta profesión u oficio, si se prefiere, y que constituye, sin duda, un honor recibir.
Quiero sin falsas modestias, más bien con la humildad que da la verdadera modestia y la frágil condición humana agradecer desde mi corazón al jurado calificador integrado por distingos colegas el Premio Nacional Único Simón Bolívar que se otorga por trayectoria en el ejercicio, han sido muy generosos conmigo y les confieso que me siento dichosa de recibirlo en tiempos de revolución, y de manos de quién, como el Presidente Nicolás Maduro ha sido blanco de los ataques más despiadados desde los medios de comunicación y ha logrado sortear el torbellino elevándose por encima de tanta miseria y tanta atrocidad, gracias, muchas gracias.
—Aplausos.
Larga, muy larga ha sido la lucha y muy dura por la dignidad del periodismo venezolano; en estos momentos ¿hay crisis ética, como lo han calificado varios de nuestros más valiosos expertos en comunicación, intereses mercantiles y sensacionalistas de dueños de los medios de comunicación, confrontación de dos modelos ideológicamente opuestos?, hay de cada cuestión un poquito, pero lo cierto es que se ha convertido la esencia doctrinaria del mejor oficio del mundo, como lo consideró Gabriel García Márquez desvirtuada completamente, en nuestro país dolorosamente el periodismo, en muchos casos, se ha convertido en un acto simple de, es una frase que no es mía, “lanzar la mierda y lavarse las manos” como define al periodismo Roger Goult, escritor británico español, ¿o no es eso lo que han venido haciendo quienes fomentan el bloqueo, aúpan la intervención, mientan, manipulan, deforman la realidad sin ningún escrúpulo, sabedores de ser poderosas herramientas de formación de opinión pública, se han dedicado a lo largo de los años de la revolución bolivariana a esconder logros a omitir aspectos importantísimos, a censurar y a negar la verdad incurriendo en terribles deformaciones, resaltando las carencias que, sin duda, las hay y que nadie las he negado nunca, pero sin advertir el contexto o señalar que en buena proporción ellas se deben o son producto también de esa perversa decisión de la derecha internacional fomentada desde el imperialismo, desde los Estados Unidos de derrocar el gobierno venezolano.
Primero fue contra el presidente Hugo Chávez, vivimos en toda su intensidad la furia de la canalla mediática, la transformación de los medios en brazos ejecutores de una guerra antidemocrática contra un gobierno y un líder que se convirtieron rápidamente en referencia de moral para todos los pueblos que luchan por su soberanía. No olvidemos que esa dictadura de los medios que pretenden poner y quitar presidentes lo derribó por 36 horas, quiso chantajear como lo hizo siempre con otros mandatarios y sus partidos al presidente Chávez apenas llegó al poder, al gobierno y el comandante les mandó bien largo y se la jugó con el pueblo, pero los ataques se mantuvieron hasta los días de su enfermedad cuando el maltrato se hizo mayor y hasta cruel.
Contra el presidente Nicolás Maduro ha sido, si se quiere, mayor ese maltrato para tratar de quebrantar su voluntad de resistencia, ha sido una verdadera guerra psicológica la montada a través de los medios de comunicación, que colocan la información como mercancía que impone criterios, que irrespeta, que juega perversamente sin importar ningún principio, ahogando con mentiras a usuarios y usuarias en interminables campañas a favor de la violencia.
Ya en 2014, a propósito de la celebración en Caracas del evento Conjura mediática contra Venezuela, intelectuales de todo el mundo nos invitaban a derrotar la manipulación a la cual contribuyen medios nacionales, trasnacionales de la información y corresponsales que incluso no viviendo en nuestro país reportan como si lo estuvieran, y tienen como fuentes los contenidos distorsionados, tergiversados que forman parte de toda esa guerra de nervios con la cual se multiplica el efecto deformador de la realidad. Todo para favorecer un escenario que permita, como ha ocurrido en otros países, una invasión armada, el ataque mercenario, la provocación de enfrentamientos y los actos terroristas, como ha ocurrido durante los últimos más de 80 días, con un doloroso saldo de muertes, heridos y pérdidas millonarias.
De aquel foro tan importante, realizado en 2014, debemos rescatar las propuestas de trabajar en función de derrotar la campaña satanizadora y el escenario de manipulación mediática, a través de un periodismo ético y de calidad profesional.
Hoy el planteamiento cobra fuerza, aunque es justo, muy justo reconocer que mucho se ha logrado desde el campo comunicacional, el acceso a las nuevas tecnologías, los programas dirigidos a dotar de computadoras a estudiantes desde la educación primaria a la educación superior, la incorporación masiva a las redes sociales, la preparación de amplios sectores mediante los planes de Robinson Digital, los medios comunitarios y alternativos son muestra del esfuerzo hecho, incluso las condiciones socioeconómicas de los periodistas que trabajan en los medios públicos son muestra del esfuerzo hecho por el Gobierno, pese a la guerra económica, el bloqueo financiero y la conspiración contra los justos precios del petróleo.
El ejercicio pleno de la libertad de expresión es otro de los logros de mayor importancia en la Revolución Bolivariana, y en buena proporción la política comunicacional, a veces con mayor o con menor timidez posiblemente, ha acompañado las luchas del pueblo, ha acompañado los aciertos y las victorias de nuestro país, como las obtenidas por la diplomacia bolivariana de paz en la Organización de Estados Americanos y la Organización de Naciones Unidas, ello pese al bloqueo informativo y el manto de silencio que se coloca a todo avance del Gobierno Nacional, lo que es producto de la agenda informativa perversa que distorsiona y responde a intereses foráneos, dispuestos a todo para derrocar el Gobierno que se dio el pueblo en libres elecciones.
La situación hoy incluye un nuevo factor en torno al cual debemos estar muy alertas y dispuestos a dar la pelea, porque la batalla del imperio ha sido a través de los medios de comunicación, y con mucho éxito lo ha logrado, a lo largo de la historia. Y en esta ocasión a los tradicionales medios impresos, radiofónicos y televisivos se suman unos con mayor poder de ataque, porque resumen la inmediatez, la falta de regulación en muchos casos, y un gran efecto multiplicador, como son Twitter, Facebook, Instagram, o sea lo que llaman las redes sociales, en torno a la cual ya se dice que se van a convertir en la dictadura digital.
A través de todos estos mecanismos la etapa en desarrollo quiere imponer la violencia. Por eso es tan necesario, insoslayable, que se fortalezcan los valores y el buen periodismo, el que se ejerce con el mayor rigor profesional y contribuye a enaltecer nuestros mejores sentimientos. Un periodismo para la paz, para la vida, para preservar la paz, como lo reclama la fundación que otorga este premio nacional. Hay que detener la violencia, hay que cerrarle el paso a los bárbaros, hay que ponerle freno a esa humillación al pueblo, que constituyen los llamados trancazos, la guarimba, que lo agobian, lo ofenden, lo angustian.
En esta tarea tiene mucho que decir el periodismo, los y las periodistas, de carnet o no, como lo dice el ministro Ernesto Villegas, los comunicadores alternativos y comunitarios, todo el que hace uso de un medio de comunicación tradicional o por las redes, todos tenemos mucho qué aportar. No podemos permitir que siga lo que está ocurriendo, no; ni una sola víctima más, hay que detener esta escalada terrorista, tenemos la obligación de garantizar la paz, de evitar que se imponga la cultura de la muerte.
Perder un hijo o una hija es quedar mutilado en el alma, es un dolor que dura siempre y que nos desborda la cera. Y más allá de quien resulta responsable material en cada uno de los casos que deben ser investigados y castigados, como ya se ha ordenado desde el Ejecutivo Nacional, se hace necesario parar esta triste situación, porque el dolor de Inés Esparragoza, madre de Orlando Figuera, quemado por terroristas en Altamira; y de Milagros Ruiz, madre de David Vallenilla, muerto por disparos de un efectivo durante el ataque a la base militar de La Carlota, es el mismo, y las dos nos cuestionan con el ejemplo que han dado cuando pese a la terrible experiencia que viven, se han pronunciado a favor del perdón, la tolerancia y el diálogo.
Nos corresponde, en consecuencia, velar porque se haga justicia, porque el buen trabajo de la comisión de la verdad, en esos y otros casos que han sumido en la tristeza a tantos hogares y al país entero. Se trata de un ejercicio simple, de abogar por la paz y la tolerancia a través de contenidos que enaltezcan los valores más sensibles, de ponernos de acuerdo para permitir que se desarrollen con normalidad los procesos electorales convocados, con el respeto debido a la ciudadanía y a las instituciones, procurando la defensa del diálogo y rechazando cualquier intento de sacar por la vía de la fuerza, del golpe de Estado, al Gobierno legítimamente electo.
Estamos también, y es una buena ocasión de hacer verdadera política, en tiempos de Constituyente, una salida de paz para preservar la paz, propuesta por el Presidente de la República el pasado primero de mayo, faltan apenas 33 días para la elección de los constituyentes, y son varios colegas, muchos de ellos aquí, de distintas regiones del país y pensamiento político, que se han postulado. Ya surgen las propuestas dirigidas fundamentalmente a profundizar, ampliar derechos comunicacionales y a corregir asuntos que pudieran haber quedado pendientes en la Constitución de 1999, y que lejos de favorecer el libre flujo informativo y establecer un verdadero uso responsable de los medios, lograrían producir descontroles y abusos. Es un interesante debate que nos permitirán reconstruir aspiraciones de siempre, principios doctrinarios para desechar la mentira, impedir el zarpazo a la mesura y defender la tranquilidad, la paz y el derecho del pueblo a recibir información veraz y oportuna. Es la misma batalla de 1818 contra los gacetilleros, los enemigos de la soberanía y la independencia, es decir al mundo, para que no quede duda alguna de lo que dejó señalado el Libertador Simón Bolívar en el primer editorial del Correo del Orinoco: “Somos libres, escribimos en un país libre y nos proponemos engañar al público…”.
Gracias de verdad de nuevo, felicitaciones a los ganadores de hoy. Y, Presidente, preparémonos para celebrar por todo lo alto, en paz, el año que viene, con el favor de Dios y la Virgen Santísima, el bicentenario del Correo del Orinoco. Muchas gracias.